Hace poco más de una década, en los valles centrales de Oaxaca aún se producía jitomate a cielo abierto, era común al andar por los campos encontrar parcelas de jitomate producidos en secano; es decir parcelas sembradas en los meses de julio, agosto o hasta septiembre que se desarrollaban con las últimas lluvias del temporal y con escardas se manejaba la humedad del suelo y se obtenían cosechas si no muy abundantes, permitía a los productores vivir de la producción de este cultivo. Por cierto, estos jitomates eran muy dulces y tenían el problema de presentar muchos frutos con deficiencia de calcio, que es tener ápices necrosados, característica que se presenta por deficiencia de agua.

También se podían encontrar parcelas de jitomate a cielo abierto pero con riego, estos cultivos crecían profusamente cuando se podían evitar los enchinamientos o virosis del jitomate. Hoy en día el jitomate solo se produce en invernaderos en esta región, ¿será que en la actualidad solo así se puede cultivar esta noble y necesaria planta? Los invernaderos son muy buena opción para la producción de jitomate; esto porque crean un ambiente controlado o cerrado que no permite el acceso de las plagas que causan el enchinamiento y arrocetamiento de las plantas y por estar cerrados permiten el ingreso de los rayos solares pero no permiten su retorno lo que hace que se incremente la temperatura al interior, esto es ideal para el jitomate. Sin embargo son muy costosos, solo se puede acceder a un invernadero mediante apoyos de programas gubernamentales con un sinfín de trámites burocráticos que prácticamente hacen imposible acceder a estos. Si a esto aunamos que uno de los primeros requisitos para ser apoyado con un invernadero es contar con una concesión de la comisión nacional del agua para el uso del vital líquido; y que para los valles centrales hay veda para perforar pozos, esto se vuelve “misión imposible”. Por todo lo anterior, a los invernaderos acceden prácticamente familias campesinas que cuentan con dinero, o que están en el programa PESA; que son muy pocas. Como dato podemos mencionar que un metro cuadrado de invernadero cuesta  $300 pesos (trecientos pesos), por lo que un pequeño invernadero de 500 metros cuadrados está costando la cantidad de $150,000 pesos (ciento cincuenta  mil pesos), esto hace que campesinos de escasos recursos no pueden acceder a este tipo de tecnologías.

Una opción ante esto lo representa la construcción de macrotuneles, que ofrecen a los productores hortalizas de alta calidad, ventajas competitivas de mercado y un uso más sustentable y eficiente de los recursos, pues se pueden construir con materiales de bajo costo como tubos galvanizados y/o, varillas, el plástico de invernadero y la malla antiafido es inevitable, para facilitar el riego y hacer un uso eficiente del agua; la cintilla de riego por goteo es la forma más eficiente de realizar este trabajo. Los macrotuneles aunque son pequeños, cuentan con las mismas ventajas de un invernadero tales como un estricto control ambiental, manejo de plagas eficiente, mayor capacidad de evitar los factores ambientales que ocasionan estrés y afectan a los productores de cielo abierto.

Uno de los principales problemas ambientales en jitomate lo representa la humedad que se tiene en las hojas. En el periodo en que las hojas se mantienen húmedas se genera la proliferación de hongos fitopatogenos. Con los macrotúneles, debido a que las plantas están bajo cubierta (aun cuando los niveles de humedad continúan siendo elevados), no hay humedad por periodos prolongados en las hojas. La temperatura es otro factor que se puede controlar; mediante el ajuste de la ventilación y el sombreo, tal como costados y extremos enrollables para tener movimiento del aire dentro del macrotunel.

Por lo general, tanto los invernaderos como los macrotúneles se mantienen de 10 a 15 grados más calientes que la temperatura exterior en el verano y 5 a 10 grados más calientes en el invierno, las variaciones de temperatura dependen de la luz solar de cada día.

El macrotunel da la ventaja de llegar al mercado con productos de buena calidad, producidos a un menor costo, construyendo espacios pequeños y que estén al alcance de las familias de bajos recursos.

En los macrotuneles se pueden cultivar además de jitomate: ejotes, pepino, calabaza, melón, fresa, cebolla, coliflor y brócoli.

Las ECAs son una metodología de aprendizaje que pretende desarrollar las capacidades locales de las comunidades rurales en organización y gestión de grupos de trabajo.  El aprendizaje es colectivo, aprovechando experiencias individuales y colectivas de los participantes para observar, analizar y hacer propuestas de cambio en las parcelas.  Las propuestas de cambio se ponen a prueba en dichas parcelas y se evalúan los aprendizajes, incorporando lo útil y desechando lo que no funciona.

El Centro de Desarrollo Comunitario “Centéotl” AC ha impulsado estas Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs) en donde se desarrollan habilidades para experimentar, comunicar, observar y analizar los componentes de la parcela, y diseñar sistemas de producción con enfoque agroecológico. Resultado de este proceso, en Maguey Largo, San José del Progreso en el distrito de Ocotlán, Oaxaca, esto en los Valles Centrales, hay un grupo de campesinos que están produciendo jitomate en un macrotunel con muy buenos resultados, se trata de familias de escasos recursos que están viendo en esta tecnología un resultado positivo y es que como familias de bajos recursos no pueden acceder a invernaderos. Cuentan con un macrotunel de 36 m2, cuyo costo fue de $8,000 (ocho mil pesos); porque todos los materiales se compraron, ellos han visto que pueden sustituir materiales como los tubos galvanizados por bambú, tubo pvc o carrizos o bien varillas para abaratar costos.