Hace ya varios años conocimos a una amiga extraordinaria, se trata de Morna Macleod. Nos apoyó en la elaboración de uno de los Planes Estratégicos del Centro de Desarrollo Comunitario “Centéotl” AC. Morna es una apasionada del tema amaranto y también nos apoyó a incubar la Sociedad Amaranto de Mesoamérica para el Mundo SC de RL.

En una capacitación de las que tuvimos con ella, hablamos de metodologías y para simplificar el tema nos contó una historia bastante ilustrativa de que es una metodología y que pasaría si no sigues los pasos metodológicos…

–  En una localidad cualquiera de tantas que tenemos, había un joven que andaba “arrastrando la cobija” por una jovencita muy linda del pueblo. Un día hablando con uno de sus amigos se animó a hablarle del asunto. Este amigo era un experto en metodologías y le comentó lo siguiente: “tú quieres lograr un objetivo; que es conquistar a la niña que te quita el sueño, para alcanzar ese objetivo tienes que emplear una serie de mecanismos o procedimientos que tienen que ser lo suficientemente racionales y enfocados para lograr ese objetivo”.  El chico protagonista de la historia dijo… ¿qué? El experto en metodologías le dijo, no te apures te lo voy a explicar a detalle… Pon mucha atención pues si no sigues los pasos todo se vendrá abajo:

Lo primero que tienes que hacer es conseguir un caballo manso que no se encabrite con facilidad para que invites a pasear a la chica, luego conseguirás pintura de esa que no daña a los animales, buscaras color verde; enseguida pintaras el caballo, esto lo harás el día sábado porque el domingo muy de mañana te pararas con tu caballo a la salida de la iglesia esperando a que salgan de misa, ahí vendrá la chica; pues ella es muy devota. Cuando las personas salgan de la iglesia dirán ¡oh!, ¡un caballo verde!, tu no harás caso de nadie, enfócate en la chica pues en algún momento ella también exclamará ¡oh!, justo en ese momento le dirás: “¿te gusta?”. Ella dirá: “¡sí¡”, entonces le dirás: “demos un paseo”. La subirás en ancas y la llevaras rumbo a la salida del pueblo, ya en el campo te dirigirás rumbo a la cabaña de Don Indalecio, es una cabaña que nunca está habitada pues esa familia viene solo a la feria del pueblo; en estos días date una vuelta y lleva leña a la cabaña, también cerillos para que hagas una fogata el domingo. Cuando vayas pasando cerca de la cabaña, empezará a lloviznar, pues el meteorológico nacional está asegurando lluvia para el domingo, apresurarás el paso hacia la cabaña, llegaras, amarrarás el caballo y a la chica la invitas a pasar, ya dentro le dirás ponte cómoda en lo que prendo una fogata en la chimenea, ponle mucha leña para que se caliente pronto el ambiente dentro de la cabaña. Cuando empiecen a sentir calor le dirás “¿y si nos quitamos la ropa?”, entonces empezarán a quitarse sus prendas. Una vez que se queden sin prendas le dirás “¿hacemos el amor?”, lo que sigue es cosa tuya. “¿Entendiste?” preguntó el metodólogo. “¡Sí!” contesto el otro. Si llevas estos pasos al pie de la letra tu objetivo se habrá logrado el domingo finalizó el experto.

El chico de la historia consiguió entre sus familiares un caballo manso como le dijeron, y también la pintura que no daña la piel de los animales y era de color verde, fue a la cabaña con leña y cerillos, limpió un poco la cabaña, el sábado por la tarde pinto el caballo, al finalizar le quedó un magnifico caballo verde. Se fue a dormir, el domingo muy temprano se bañó, se cambió, desayunó y se fue a parar; montado en su caballo a la salida de la iglesia, los cohetones dieron la señal de que la misa estaba finalizando; tenía todos los nervios de punta…  Las personas empezaron a salir de la iglesia y veían extrañadísimas al caballo; lo rodeaban y exclamaban; ¡oh!, ¡un caballo verde!, él joven no hacía caso a nadie, su mirada fija en la chica que venía saliendo del atrio de la iglesia, nada se le escapaba a este joven; ni un detalle, la muchacha también se acercó al caballo con una expresión de asombro en la cara, finalmente al igual que todos exclamo: “¡oh!, ¡un caballo verde!” El joven sonriendo nervioso; se apresuró a decir “¡si, un caballo verde!, ¿te gusta?”. Ella sin salir de su asombro y sonriendo un poco dijo ¡sí!, nuestro joven; más nerviosos aun dijo “¡hagamos el amor!

¿Qué crees que paso?

¿Entiendes la importancia de la metodología y lo que puede pasar si no sigues los pasos metodológicos?