El Centro de Desarrollo Comunitario “Centéotl” AC surge como parte de una reflexión propia y encarnada en la situación de las personas y pueblos de América Latina, llamada “teología de la liberación”. Movimiento que al contemplar la realidad de nuestros pueblos, el mundo de las mayorías y abrir los ojos a ellas, se encontró cara a cara con la injusticia secular e institucionalizada que somete a millones y millones de personas a una pobreza inhumana. Tropezar a cada paso con esa injusta pobreza sacudió profundamente los corazones cristianos bien intencionados que acompañados en Oaxaca por el “Obispo de los Pobres”, Monseñor Bartolome Carrasco Briseño, quien impulso entre la Pastoral Social a su cargo hasta el último día de su vida; la Opción Preferencial por los Pobres.

Eran los tiempos de la iglesia progresista, con Leonardo Boff, (teólogo, ex-sacerdote franciscano, filósofo, escritor, profesor y ecologista) promoviendo la Opción Preferencial por los Pobres en  Brasil. Gustavo Gutiérrez en Perú, Jhon Sobrino en Centroamérica (El Salvador), Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como monseñor Romero, ​ célebre por su prédica en defensa y por haber muerto asesinado durante la celebración de la misa en la capilla del hospital Divina Providencia. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia católica se lo consideró un obispo que defendía la Opción Preferencial por los Pobres. El 23 de mayo de 2015 fue beatificado por el Papa Francisco. Del asesinato de monseñor Romero hay una película llamada “Cielo Abierto” de Everardo González.

El Papa actual, un jesuita abierto a nuestros tiempos. Por vez primera un jesuita al frente de la iglesia católica, para entender esto es recomendable ver el largometraje “La misión, la cual es una película británica  (1986) muy bien dirigida por Roland Joffé e interpretada por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn en los papeles principales, ganadora de varios premios cinematográficos internacionales. Tiene como telón de fondo el Tratado de Madrid (1750), entre España y Portugal, por el que se dirimió momentáneamente la disputa por la Colonia del Sacramento (en la desembocadura de Río de la Plata); conocida hoy como la zona guaraní y la lucha entre las monarquías absolutas europeas y el poder detentado por la Iglesia hasta la época centrado en la Compañía de Jesús; ésta ejercía gran influencia en los ámbitos cultural, económico y en alguna medida político, agudizada esta última por la cuestión de su cuarto voto religioso a favor de la figura del sumo pontífice. Por entonces, los reyes católicos europeos consideraban a la figura papal más como un príncipe soberano que como un pastor de almas, con lo que los jesuitas eran vistos como los representantes de un estado dentro de sus dominios.

En esa película se ve el poder real que tienen los jesuitas, mismo que continua hasta la fecha. La Compañía de Jesús es una orden religiosa católica fundada por san Ignacio de Loyola en 1540 y aprobada por el papa Pablo III. El 16 de marzo 2013, cuando el Papa Francisco recibió en audiencia a un grupo de periodistas, contó la anécdota irónica de que después del cónclave que le eligió, un cardenal le propuso llamarse Clemente XV “para vengarse de Clemente XIV, que había suprimido la Compañía de Jesús”. Estuvieron dispersos durante cuarenta y un años. La orden fue restablecida por Pío VII el 7 de agosto de 1814. Los religiosos sobrevivieron a la supresión de su Orden escondidos en Prusia y Rusia (y los últimos años en Italia) para luego volver a “renacer”.

La misión es la esencia del orden de los jesuitas. “Amar y servir” es su lema que les reconoce como educadores, intelectuales y fundadores de escuelas. Cuando nace la Compañía de Jesús (1540) ya se habían descubierto los cinco continentes, así que siguiendo el ejemplo de los apóstoles, ellos se lanzan en las tierras de misión que en ese período coinciden con las colonias del imperio portugués y español. Son misioneros enviados donde quiera el Papa. Especies raras de su tiempo, religiosos sin coro, ni claustro, misionando por el mundo.

El papa Clemente XIV, en 1773 suprimió la Compañía en todo el mundo, decisión fuertemente apoyada por las grandes potencias europeas. Los jesuitas aceptaron la decisión del Papa sin oponerse. El General del Orden en esa época, Lorenzo Ricci, fue hecho prisionero en el Castillo de Sant Angelo hasta su muerte en 1775. Hasta ese año había cerca de 23.000 jesuitas, dirigiendo 700 colegios. Hay varias causas que llevaron a la supresión. Los jesuitas tenían privilegios. No pagaban diezmos, tenían problemas con los obispos y otras órdenes religiosas de la época. La cercanía con el poder. La autonomía que les había dado el Papa hasta la supresión y la adaptación cultural extraordinaria en las misiones. En este sentido, lo más controvertido para sus adversarios fueron los llamados ritos chinos y malabares (India), prohibidos por Roma.  Los protestantes no les querían por su férrea defensa de la doctrina católica.

A pesar de las pasiones y odios hacía la Compañía de Jesús, la orden actualmente sigue su camino en 127 países, con casi 20.000 religiosos y una edad promedio de 55 años. Esa edad media refleja, asimismo, un envejecimiento creciente. Los jesuitas han sido objeto de conflictos por su abrazo incondicional al Concilio Vaticano II, que luego ha sido leído ideológicamente por sus enemigos como una cercanía al comunismo. En tiempos modernos los jesuitas han pagado los ‘platos rotos’ de su fidelidad al evangelio con la disminución de sus vocaciones y el aumento del número de jesuitas ancianos. En un documento escrito de los Jesuitas de España, se recuerda que el Padre General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ, desde el año 2012, ha animado a los jesuitas a celebrar el aniversario de la Restitución para aprender del pasado y “para arrepentirnos, si fuera necesario, de no haber estado a la altura de lo que se esperaba de nosotros”. Pedro Arrupe, propósito general de los jesuitas desde 1965 a 1983 tuvo la difícil tarea de guiar la Compañía y pacificar las relaciones con los papas Pablo VI y Juan Pablo II en respuesta a la adhesión apasionada de la Orden al Concilio Vaticano II y la defensa de los pobres ‘sospechosa’ de armonizar con el marxismo. El compromiso social de los jesuitas en América Latina les llevó a la persecución, la excarcelación y al asesinato. Como ha sido el caso de Ignacio Ellacuría en el Salvador en 1989.

Los jesuitas son enviados a las fronteras de la soledad y la exclusión social moderna. Según indica la Congregación general de 2008, en este nuevo mundo ellos se proponen “construir un futuro en solidaridad”. Su preocupación es por los “marginados y excluidos”. Ante la globalización y los mercados internacionales, se empeñan en proteger las identidades locales y particulares de las comunidades locales. Fieles a su misión inicial buscan servir en la “fe, promover la justicia y dialogar con la cultura y otras religiones” a la “luz del mandato apostólico de establecer relaciones justas con Dios, con los demás, y con la creación”.

El popularmente llamado “papa negro” es el Superior General de la Compañía de Jesús. Existe la creencia de que este nombre alternativo ha sido adoptado para referirse al cargo por el poder oculto que la historia le ha atribuido a la Orden de la Compañía de Jesús a sombras del pontífice dentro de la Iglesia católica. El contraste entre las blancas vestimentas que usa comúnmente el Santo Padre del Vaticano y la sotana negra de los jesuitas produjo el singular sobrenombre. El venezolano Arturo Sosa Abacal de 68 años de edad es el actual Papa negro y despacha también en la Ciudad de Roma, este Papa negro es como el contrapeso del Papa que todos conocemos que despacha en el Vaticano.

La apertura mostrada por Francisco es realmente muy amplia, como lo vemos en su visita a Cuba reuniéndose con el jerarca de la Iglesia católica apostólica ortodoxa después de casi 400 años de no existir dialogo, solo se puede dar por la calidad de un hombre como lo es Francisco.

La Compañía de Jesús tuvo un lugar importante en la construcción de nuestra nación. Los jesuitas llegaron a México con una doble postura: ir por todo el mundo a evangelizar y ejercitar las obras de misericordia según las necesidades del lugar. Los jesuitas en la Nueva España se dirigieron a las regiones indígenas nómadas que no habían sido atendidas por las otras órdenes religiosas, a las zonas del noroeste del país que eran las más difíciles y en conflicto con los españoles. Por otro lado, atendían la necesidad urgente de la población novohispana, que era la demanda de la educación. Ellos se encargaron de crear un sistema educativo para todos los niveles sociales y en todo el virreinato. Y su tercer gran cometido fue estar presente en la formación espiritual de las diversas poblaciones del territorio. Esta triple presencia, misionera, educativa y espiritual, fue la marca de sus actividades en las diversas zonas que estuvieron.

La forma en que fueron construyendo una sociedad. Primero, contribuyeron a la construcción del territorio nacional; disponían de un elemento que no era frecuente en aquella época, pues era la única orden realmente trasnacional con una conciencia de la realidad geopolítica del mundo que no hemos vuelto a tener en nuestro país. Sabían cuáles eran los vectores de las potencias del mundo, qué intereses políticos tenían y qué movimientos estaban haciendo. Desde un principio fueron muy conscientes de que la Nueva España estaba amenazada por el norte, por las posibles incursiones de los rusos y de los británicos, que también tenían un interés muy grande en el control del Océano Pacífico. Ellos, muy activamente, propusieron que se enviaran misioneros al norte del país y fueron actores de la expansión territorial hacia aquella región, en lo que ahora es el sur de Estados Unidos. La apertura hacia los estados del norte y no centrarse en Mesoamérica fue uno de los aportes que dio la Compañía de Jesús a nuestro país. La presencia hispánica en esa zona se debe a ese mismo impulso. El segundo elemento es su labor educativa, creando con los hijos del país una dirigencia social posible, con niveles de formación muy elevados. En torno a la educación hubo un elemento muy importante: la construcción de redes sociales entre los diversos sectores. Las congregaciones marianas eran asociaciones de carácter colectivo que agrupaban personas según el modelo de la sociedad novohispana: indígenas, artesanos, esclavos, caballeros o españoles, y a cada uno de estos grupos le daban mecanismos para vincularse con otros. Otro aporte fue su posicionamiento en el terreno de la investigación científica y de la tecnología; tanto los misioneros como los profesores eran pioneros en trabajos de matemáticas, astronomía, cartografía, etnografía, lingüística y botánica. Todos los misioneros enviaban informes continuos de los conocimientos que tenían sobre la realidad de los lugares donde estaban. También hicieron un aporte fundamental al desarrollo de la agricultura desde sus haciendas. Recordemos que quizá el legado más importante en los festejos de 1910 fue la fundación de la Universidad Nacional. La universidad ya existía en el siglo XVIII, era la cúspide de una pirámide alimentada por esta red de colegios de la Compañía de Jesús, dos de los cuales tenían la capacidad de otorgar títulos. La universidad no podía funcionar sin la red intermediaria de colegios que la alimentara, de manera que cuando desapareció la Compañía de Jesús, muy pronto murió; había quedado sólo la punta de la pirámide, no tenía de dónde sostenerse pues habían eliminado la treintena de colegios universitarios de la Compañía. El tercer elemento es la creación de un sistema de comunicación a través del arte, que permitía fungir como espacio de contacto entre todas las poblaciones de la escala social y de todos los pueblos de la tierra. Quizás la aportación más importante por la que es recordada la Compañía de Jesús, desde la historia cultural, es la creación de un sistema estético en torno a la cultura y a la vida espiritual. Los indígenas y los europeos podían rezar ante la misma imagen. El haber creado un sistema estético capaz de permitir a los seres humanos de todas las latitudes de la tierra y de todas las clases sociales usar las mismas palabras para expresarse, fue el vínculo más extraordinario. Nunca en la historia de la humanidad había existido algo así, un lenguaje estético que fuera universal en términos geográficos y de clases sociales. La creación de este sistema de comunicación fue el aporte clave de los jesuitas; un espacio donde todos eran hijos de Dios. Los jesuitas fueron promotores de la devoción a la Virgen de Guadalupe, como una imagen en torno a la cual pudieron ir uniéndose las diversas poblaciones.

En México los jesuitas tienen ancladas sus redes en el sector intelectual, político y educativo. Ocho universidades y siete colegios bajo su administración han formado a líderes de los ámbitos políticos, económicos y sociales. Son integrantes de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, una de las de mayor peso en el país, a quienes se les identifica con pensamientos liberales, abiertos a la pluralidad, progresistas, críticos y de izquierda. Su carisma de libertad lleva también a algunos, a estar en la ultraizquierda, el centro, la derecha y la ultraderecha.

El Centro de Desarrollo Comunitario “Centéotl” AC se nutre en esa Comisión Diocesana de Pastoral Juvenil en el decenio de 1980 en la Arquidiócesis de Oaxaca. Además del trabajo pastoral del arzobispo, Monseñor Bartolomé Carrasco Briseño, también lo hace de varios de los sacerdotes, religiosas y laicos de Oaxaca; quienes partían del principio que el “reino de Dios” se construye desde la tierra a través de la lucha por un mundo de justicia, igualdad, fraternidad y todo aquello que favorezca a los más pobres. Los cambios sociales provocados en la región centroamericana por los militantes cristianos inspirados en la “teología de la liberación” provocaron que desde Roma y los centros de poder se limitaran, detuvieran o eliminaran estas prácticas; así, a principios del decenio de 1990 se inició el relevo de obispos progresistas por obispos conservadores.

En 1989, anticipándose a los cambios conservadores que poco tiempo después ocurrieron, un grupo de jóvenes se desprendió de la comisión de la Pastoral Juvenil y, luego de intentar trabajar infructuosamente con grupos de jóvenes católicos ya establecidos en parroquias de la región de Valles Centrales, comenzó su trabajo en Zimatlán de Álvarez como grupo civil. De 1990 a 2018, 28 años de trabajo sin descanso por las familias más pobres y necesitadas de los valles centrales y sierra sur de estado de Oaxaca.

Todo esto nos contó Othón Cuevas Cordova en una charla, en ella recordamos al Filosofo, al Teologo, pero sobre todo al compañero Fundador del Centro de Desarrollo Comunitario “Centéotl” AC.