LA GUADALUPE, SANTA INÉS DEL MONTE.- Es una ranchería que se localiza apenas a unos seis kilómetros de la cabecera distrital de Zimatlán, pero se encuentra en las peores condiciones de marginación; caminos desechos, sin transporte público… y lleno de “sanitarios ecológicos”.

Pero es también un pequeño pueblo donde las mujeres han aprendido a valerse por sí mismas; siembran y cosechan el amaranto, que les permite mejorar su nivel de vida, además de obtener ingresos.

Más avanzadas las de El Carmen, agencia también de Santa Inés, entre intransitado camino, otros tres kilómetros más arriba. Ahí las mujeres ya aprendieron no sólo a sembrar y cosechar, sino también a generar su propio cereal y comenzar a comercializarlo, en forma de “Alegrías” o las conocidas “calaveritas” por el Día de Muertos.

Ahí, las personas de la tercera edad también son tomadas en cuenta. Doña Paula, que a sus 70 años se animó a elaborar las piezas del dulce para esta temporada. Su marido, don Víctor, toma la bicicleta periódicamente y vende los productos en La Ciénega; un grupo más de ellas se organiza y va al mercado de Santa María Roaló.

De acuerdo con el Coordinador de Estrategia “Amaranto” en el valle central de Oaxaca, Nicandro Vásquez Ruiz, desde hace por lo menos 15 años se inició la lucha por arraigar el cultivo del amaranto en comunidades de alta y muy alta marginación.

Explica que es un cereal con alto contenido proteínico que puede incidir fuertemente en la nutrición de la población en general, pero principalmente de los niños.

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