La crisis económica en la que estamos inmersos que se refleja en el alza en el precio de los alimentos que aunque nos lo quieran ocultar es grave pues las familias terminan sacrificando su alimentación, lo que se refleja más tarde en anemia y desnutrición que afecta a los más vulnerables; es decir a niños o niñas y a adultos mayores. Aunado a la crisis económica se da una contingencia ambiental provocada por el calentamiento global y que la vemos o sentimos en la aguda sequía que nos acaba de dañar miles de hectáreas de maíz, no se diga al frijol, lo anterior inevitablemente repercutirá en la variedad de alimentos que consumen las familias, el número de comidas que hacen las familias por día, es decir; habrá familias que empezarán a comer dos veces por día en vez de las 3 comidas necesarias y obligadas.

Esta realidad afecta más al medio urbano,  pues se dice que el peso de la pobreza recae en las Zonas Urbanas, de las que Oaxaca se está llenando, pues basta ver lo que sucede con las zonas aledañas a la Cd de Oaxaca, como lo son Zaachila, Xoxocotlan, Etla, etc., donde se ve un sinfín de colonias con asentamientos la mayoría irregulares, en las cuales se encuentran hasta el 90% de la población con carencia alimentaría, adicional a la falta de acceso a los servicios de salud, básicos como el agua, luz drenaje, educación, seguridad, vivienda digna.

La situación que atraviesa el medio rural por su parte es crítica y grave, esto se da ante la falta de oportunidades de programas gubernamentales de impacto social-económico que mitigue la magnitud de la pobreza que se vive en las comunidades. Los campesinos oaxaqueños son los más empobrecidos del país, quienes han luchado desde siempre por lograr un modelo productivo incluyente y acorde a la realidad del campo, donde los recursos sean orientados de manera congruente para quien trabaja el campo, pues no es secreto el que los recursos del campo en nuestra entidad solo son entregados a los medianos y grandes productores, a la clase política, a los proveedores del gobierno, a los hábiles gestores que se han creado en las instancias que apoyan al campo, mismos que han aprovechado los recursos para adquirir maquinaria agrícola, infraestructura ganadera, pozos profundos, invernaderos, etc, ahondando más la desigualdad social, lo cual crea en los más necesitados la desesperanza social. Pues los más marginados solo contemplan como se distribuyen los recursos destinados al campo entre los que ya conocen los caminos para la gestión, entre los que entienden las reglas de operación de los programas, entre los que tienen “conecte” con los funcionarios de las dependencias, pero que a cuenta gotas o  nunca llegarán a ellos.